viernes, 20 de mayo de 2011

Doble sorpresa

Nadia...

Andrea y yo teníamos algo más en común, aparte de nuestra profesión de periodistas, la colección de CD’S y otras cosas que no vienen al caso, eso que teníamos en común era la atracción por Ernesto, un amigo que había ido con nosotras a la universidad.

Era un hombre atractivo, tanto así que lograba satisfacer los estereotipos de ambas. Es alto, con un cuerpo bien definido gracias a sus prácticas de surf, de brazos y espalda tatuados, y tiene una sonrisa de esas que te derriten apenas la muestra… para envidia de muchas, él era nuestro compañero de fiestas, cine, viajes y otras actividades.

Era su cumpleaños, por eso Andrea y yo decidimos darle una sorpresa. Teníamos un duplicado de la llave que abre el apartamento de Ernesto, eso nos facilitaría todo… solo esperábamos que él no llegara antes de tiempo y arruinara nuestros planes.

Lo escuchamos llegar y procuramos no hacer ni el más mínimo ruido, él solo podía saber que estábamos ahí en el momento de la sorpresa… la ansiedad por salir a recibirlo nos tenía muy inquietas.

Ernesto...

Llegué a mi casa cansado, eso de estar de cumpleaños no significaba mucho para mí, lo veía como un día normal. Lancé mi morral en el mueble de la sala y me quité la ropa, la ventaja de vivir solo es que tu mamá no está detrás de ti, reclamando por lo desordenado que eres. Me fui a dar una ducha rápida, quería llegar a mi cama para ver alguna película hasta quedarme dormido… pero al entrar a mi cuarto descubrí que esa noche probablemente no dormiría.

Pensé que lo que veía no era real y lancé una carcajada… ambas me miraron y al unísono dijeron, con esas voces tan sexys que tienen “Feliz Cumpleaños”. Una oleada de calor subió y bajó por todo mi cuerpo… eran ellas, mis mejores amigas, en mi cama, con poca ropa.

“Queríamos darte una sorpresa, y creo que funcionó” dijo Nadia mientras miraba mi pene ya erecto, marcado por encima de la toalla, “ahora siéntate, para que disfrutes mejor de tu regalo” me dijo Andrea con suavidad… no hice más que obedecer.

Verlas era un espectáculo, Nadia es de piel morena y cabello negro, su ropa interior era blanca, y Andrea es blaquita con cabello rubio, su ropa interior era negra… los contrastes de la tela en la piel de ambas las hacían ver más perfectas.

Mientras se besaban me veían de reojo, sabían que me tenían embobado… se tocaban con pasión desenfrenada y sus gemidos eran melodía para mis oídos. Se desnudaron una a la otra y así aumentaron mis ganas de tocarlas… “acércate cumpleañero, es hora del pastel” dijo la morena mientras la rubia me llamaba con uno de sus dedos.

Me acostaron sobre la cama y me desanudaron la toalla… Nadia comenzó a besarme mientras Andrea me masturbaba, no quería cerrar los ojos, no podía perderme ni un segundo de mi regalo de cumpleaños.

“Nadia, no seas egoísta, es mi turno de besarlo” y al oír esto la morena sonrió y le cedió mis labios a la desesperada rubia… pensé que ahora Nadia me masturbaría, pero no fue así… sentí su cabello rozando mi abdomen y apenas segundos después sus húmedos labios empezaron a bajar por mi pene… esto era la gloria, el placer multiplicado por dos.

Andrea se unió a Nadia para darme sexo oral, sus dos lenguas me lamían de forma diferente y sentía que pronto acabaría… les avisé pero en vez de separarse siguieron hasta que me corrí en sus bocas, me chuparon hasta dejarme sin una sola gota… esto apenas comenzaba… 

Las mimaba a ambas, no quería que sintieran que fijaba más mi atención en una de ellas. Mientras Nadia me montaba, Andrea estaba sentada en mi boca, gimiendo por el placer que le daba mi lengua, en esta posición las dos podían besarse y jugar con sus senos, eran dos mujeres divinas y eran solo para mí.

Ahora penetraba a Andrea, se puso en cuatro para mí y para poder disfrutar de Nadia que ya la esperaba con las piernas abiertas… sentirme dentro de una y ver como disfrutaba la otra, uff, eso no se puede comparar con nada.

Nuestros orgasmos llegaban en medio de gemidos… las dominaba, me dominaban, las probé en todos los rincones de sus cuerpos, las llené de mi esencia, nos fundíamos en besos y caricias, y así pasamos horas, hasta que nuestros cuerpos ya no daban para más… agotadas se quedaron dormidas y yo solo podía observarlas, disfrutar de la belleza especial que cada una transmitía.

Mi Nadia y mi Andrea… nunca dejan de sorprenderme



1 comentario:

  1. uuuuf.. demasiado bueno!!!

    el yin yang que estas chamas me hicieron imaginarme.. uuuf!!!

    como haces para escribir estas cosas?? no te mojas??

    excelente!!!

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