miércoles, 4 de mayo de 2011

Buenos Días

Raras veces me quedaba en su casa. Aunque era mi mejor amigo mi mamá no veía con buenos ojos que pasara noches enteras con Ricardo. Entre ambos no había pasado nada, pero admito que siempre él me había parecido atractivo.
Esa noche me fui a su casa, mis padres estaban de viaje y no quería dormir sola. Dormí en su cuarto y él en el de su hermano, que estaba justo al lado.
Me despertó temprano, teníamos que ir a la oficina “nena, despierta, deja la flojera”. Entre quejas me levanté y entré al baño, me relajé con el agua caliente, tratando de apurarme para no salir tarde.
Cuando entré a la habitación Ricardo estaba sentado en la cama. No esperaba verlo allí. Yo estaba empapada y temblaba por el frío, se me había olvidado apagar el aire acondicionado… “buenos días señorito, ¿será que se sale del cuarto para poder vestirme?”. Se levantó, pero en vez de ir hacia la puerta se acercó a mí, me pegó contra la pared y comenzó a besarme.


No puse resistencia, esperaba poder probar esos labios al menos una vez. La excitación me invadió por completo, mi cuerpo caliente hizo que se evaporaran las gotas de agua que corrían en mi piel apenas minutos antes. Tomé su cara para no dejarlo ir y él soltó mi toalla, entre los besos le dije “pero es que vamos a llegar tarde al trabajo”. Su mano bajó hasta mi sexo que ya estaba al máximo de la humedad y sonrió “no importa, hoy te voy a hacer mía”, al escuchar eso mis piernas se abrieron casi por instinto. Los besos fueron más intensos, Ricardo mordía mis labios con desesperación mientras me seguía masturbando, mis gemidos lo volvían loco. Su boca bajó hasta mis senos y comenzó a jugar con mis pezones, eso hizo que mi orgasmo llegara acompañado de un grito, mis piernas perdieron la fuerza por un momento.
“Pero que caliente eres nena” me susurró al oído, y con la respiración entrecortada le dije “hemos llegado muy lejos, mejor nos vamos, se hace tarde”. Me silenció con sus dedos, llenos de mi esencia, y automáticamente la excitación volvió. Lo vi desvestirse con desesperación, y cuando quedó desnudo frente a mis ojos mis ganas de ser suya aumentaron.
Me tomó entre sus brazos y me llevó hasta su cama, abrió mis piernas y me penetró con fuerza. Sentí que se me iba la vida en cada embestida que me daba, mis gemidos eran cada vez más fuertes y eso hacía que él se excitara más “¿qué vas a decir cuando llegues tarde a la oficina?” ahogada de placer solo podía pedirle que siguiera, que no parara… “respóndeme” me dijo con tono exigente y casi sin voz le susurré “diré que me estabas cogiendo bien rico”. Mis palabras despertaron su furia animal, su respiración aumentó tanto como la brusquedad de sus movimientos, me estaba maltratando pero sentir ese dolor era realmente placentero. Lo amarré con mis piernas cuando sentí las contracciones de mi segundo orgasmo, estaba muy húmeda, tanto que mis jugos mojaban nuestros muslos. Su miembro quería explotar, lo sentía cada vez más duro dentro de mí “¿dónde quieres que te acabe?” y jadeante le pedí que lo hiciera en mi cara… me complació en lo que le pedí, comenzó a masturbarse hasta que se corrió en toda mi cara… ahora Ricardo y yo nos conocíamos completamente.

Ese día llegué tarde a la oficina, y ya tenía mi excusa lista… Pero no hizo falta dar explicaciones, había olvidado que mi jefe estaba de vacaciones.

2 comentarios:

  1. Por dios! ya no te podré ver de la misma manera!! XD

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  2. #OMFG =O Thousand points and every thumb up posible.. *-*

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